La burocracia de la Administración del Estado (ya sea del Estado central, autonómico, municipal o de la Unión Europea) es para mi pesar cada vez más burrocrática, esto es: ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas.
En este sentido, la gran película Brasil (1985) de Terry Gilliam es un excepcional ejemplo satírico de la incompetencia burrocrática.
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