La diferencia entre el éxito y el fracaso no reside tan sólo en tener una inteligencia superior ni en el esfuerzo personal, sino en la habilidad para posponer la gratificación. Esta es la lección del coach Joachim De Posada en su libro “No te comas el malvavisco todavía”
Escrito en forma de parábola, la obra De Posada se basa en un experimento sobre control de impulsos de los años 60 de la Universidad de Stanford, el llamado experimento del malvavisco, en el que algunos niños de cuatro años (un 33%) fueron capaces de esperar 15 minutos sin comerse un malvavisco (nube dulce), con la promesa de recibir otro de premio si lograban contenerse. El resto de los niños, la mayoría (un 67%), no pudieron resistirse a la tentación y se comieron el malvavisco antes de tiempo.
En el experimento se hizo un estudio de seguimiento con estos niños, y quince años después se confirmó que el 100% de los niños que en su día no se comieron el malvavisco terminaron siendo más exitosos al llegar a adultos: buenas notas en la escuela, buenas relaciones familiares, buenos trabajos, etc. Por contra, no habían tenido la misma suerte muchos de los que se comieron el malvavisco antes de tiempo: habían sacado malas notas y tenían trabajos ganando poco dinero.
Corolario: la habilidad de retrasar la recompensa, o sea la autodisciplina, es el factor más importante para el éxito y marca la diferencia entre los ganadores y los perdedores.
No os perdáis esta breve charla (apenas 6 minutos) de Joachim De Posada, en la que con maestría explica cómo la gratificación retardada puede ser un augurio de éxito futuro. La charla incluye un graciosísimo video de niños tratando desesperadamente de no comerse el malvavisco.
Escrito en forma de parábola, la obra De Posada se basa en un experimento sobre control de impulsos de los años 60 de la Universidad de Stanford, el llamado experimento del malvavisco, en el que algunos niños de cuatro años (un 33%) fueron capaces de esperar 15 minutos sin comerse un malvavisco (nube dulce), con la promesa de recibir otro de premio si lograban contenerse. El resto de los niños, la mayoría (un 67%), no pudieron resistirse a la tentación y se comieron el malvavisco antes de tiempo.
En el experimento se hizo un estudio de seguimiento con estos niños, y quince años después se confirmó que el 100% de los niños que en su día no se comieron el malvavisco terminaron siendo más exitosos al llegar a adultos: buenas notas en la escuela, buenas relaciones familiares, buenos trabajos, etc. Por contra, no habían tenido la misma suerte muchos de los que se comieron el malvavisco antes de tiempo: habían sacado malas notas y tenían trabajos ganando poco dinero.
Corolario: la habilidad de retrasar la recompensa, o sea la autodisciplina, es el factor más importante para el éxito y marca la diferencia entre los ganadores y los perdedores.
No os perdáis esta breve charla (apenas 6 minutos) de Joachim De Posada, en la que con maestría explica cómo la gratificación retardada puede ser un augurio de éxito futuro. La charla incluye un graciosísimo video de niños tratando desesperadamente de no comerse el malvavisco.
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