18 diciembre 2009

La piratería no es el problema, es la solución

Según publica El País de hoy, la industria cultural exige al presidente del Gobierno español, Zapatero, que no dé marcha atrás en la 'ley antidescargas'; ley que permitiría cerrar webs sin autorización judicial previa. Al parecer este sector cultural, convocado por la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, reclama "respeto", "seguridad" y "dignidad" para que "esta sangría se acabe ya".

De entrada aclaremos que esta "industria cultural" no representa a la inmensa mayoría de creadores de contenidos. Desde luego a mí no me representa, y yo también soy, al igual que todos, creador de contenidos cada vez que escribo y posteo en mi blog, cada vez que grabo un vídeo y lo cuelgo en YouTube, cada vez que hago una foto la edito en Photoshop y la subo a Flickr,… Hoy todos somos a la vez consumidores y productores de contenidos (prosumers). Y es que en Internet no existen prejuicios sobre quien está capacitado y quien no para crear contenidos; cualquier usuario tiene voz para expresar sus ideas. Millones y millones de personas que somos co-creadores de contenidos, que somos receptores y a la vez emisores de cultura.

Lo que está pasando en los albores del siglo XXI es que la diferencia entre "profesional" y "amateur" se está diluyendo rápidamente. Y esto es así porque la digitalización ha democratizado la producción de contenidos, porque las herramientas para la creatividad están hoy accesibles para todos, porque Internet conlleva que la copia, almacenaje y distribución de contenidos cueste esencialmente nada.

Toda esta revolución trae consigo el fin de la escasez de contenidos culturales. Así que basta de mentiras, porque lo cierto es que la gratuidad inherente a Internet está creando una industria cultural mayor de lo que se lograría cobrando.

De hecho, desde un punto de vista económico, la mal llamada piratería ha estimulado una demanda de cultura mucho mayor que la que ha satisfecho. Esta demostrado: la demanda de música crece y como consecuencia también está crenciendo cualquier segmento de la industria de la música, a excepción de los caducos sellos discográficos.

Y es que aquí lo que conviene tener muy claro es que el contenido digital no debe ser entendido como un producto final, sino como un reclamo para enganchar al consumidor con el fin de ganar dinero luego por otros canales comerciales, como por ejemplo conciertos en directo, merchandising, licencias, productos premium,...

En realidad el contenido digital forma parte de un negocio "loss leader", que aunque en principio pierda dinero regalándose (una pérdida marginal decreciente porque el coste de reproducir, almacenar y distribuir bits es casi nulo), gracias a ello posteriormente se gana dinero por otros mercados. Por ejemplo, el binomio iTunes-iPod de Apple es un loss leader que pierde dinero vendiendo a bajo precio las canciones que tiene en iTunes, pero que luego lo convierte en un negocio rentable al vender el iPod que reproduce estas canciones mp3.

También es un loss leader este blog de management gratuito que ahora mismo estás leyendo: cierto es que yo no gano un céntimo con mi blog (ni siquiera he contratado la publicidad contextual de Google Adsense), pero a la postre sí que me estoy "enriqueciendo" con él, pues escribir aquí a diario sobre management no sólo es gratificante para mi personalmente, sino que además me está permitiendo alcanzar un mayor reconocimiento profesional para, por ejemplo, ascender en el trabajo y conseguir nuevos contratos para impartir clases y dar charlas. Y cuantas más visitas obtenga mi blog, mayor será el reconocimiento que me permita lucrame por otras vías.

El caso es que en Internet el valor de un contenido aumenta con la difusión, de tal manera que cuanta más atención obtenga este contenido (cuantas más visitas tenga tu blog, cuantas más reproducciones tengan tus canciones, cuantos más visionados tengan tus vídeos de YouTube,...), mayor será la reputación y fama del autor. Y es a él (o a la compañía cultural que le represente) a quien corresponde encontrar la forma de convertir esta fama (que es moneda digital) en dinero contante y sonante. Por lo tanto el reto es lograr reconocimiento (atención y reputación) para luego transformar esta fama en fortuna por vías no tradicionales tales como la promoción de productos y el patrocinio.

Que se lo pregunten sino a un tal Fede Álvarez, un realizador autodidacta uruguayo cuyo corto casero "Ataque de Pánico", que apenas costó 300 dólares, ha conseguido ya millones de visitas en YouTube, lo que le ha servido al autor para recibir propuestas multimillonarias por parte de diversas productoras de Hollywood (como los 30 millones de dólares que sobre la mesa puso el director de Spiderman, Sam Raimi).

Si, Internet (y más concretamente la piratería) es una excelente forma de marketing a coste cero para tratar de llevar los trabajos de los autores a la audiencia más extensa posible. Si, la gratuidad es la mejor manera de maximizar audiencia.

Por lo tanto, que dejen de mentir todas estas instituciones culturales que se aferran como sanguijuelas a sus privilegios del pasado, porque lo cierto es que la piratería no destruye el mercado: más al contrario lo prepara para una emergente marea de consumidores. La piratería fomenta el comercio. Y para muestra un botón: Hollywood cerrará 2009 con nuevo record histórico de recaudación. Dejémonos de caralladas: la piratería no es el problema, es la solución.

Así que seamos francos, aquí el único y gran problema que hay es tener que aguantar una "industria cultural" inmovilista, sin ideas ni ganas para intentar adaptar su caduco modelo de negocio al siglo XXI. Una "industria cultural" anacrónica que, anclada en los privilegios de siempre, pretende criminalizar la cultura libre en Internet. Una "industria cultural" reaccionaria que encarcela la cultura y estrangula la creatividad. Una "industria cultural" casta y sectaria que no representa a la inmensa mayoría de los creadores de contenidos, y lo que es peor: con un más que inquietante espíritu policial a lo Gestapo.

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