Ayer, 16 de agosto, festivo en media España, y festivo en Vigo por San Roque, me encuentro con esta escenita matutina que filmé con mi minicámara de vídeo.
Se trata de un grupo de obreros trabajando en situación irregular, por ser día festivo, sobre el tejado de un chalet privado de Vigo (en el Castro), sin ninguna medida de seguridad, sin arnés ni nada que se le parezca, incumpliendo todos los puntos del convenio laboral de la construcción.
Es más que probable que se trate de una cuadrilla de trabajadores portugueses (Portugal está a unos 40 kilómetros de Vigo) subcontratados por el adjudicatario de la obra, por un salario hasta un 30% más bajo que un operario español en situación de legalidad laboral.
Posiblemente un caso más de dumping laboral, una práctica que en la Unión Europea va en aumento desde que en 1992 se creó el mercado único sin fronteras. Un problemón que sindicatos y políticos siguen sin poder o querer atajar.
Ahora supongamos que uno de los operarios de este vídeo, que trabaja sin red sobre un tejado, sufre un ligero resbalón, se cae y, desgraciadamente, se mata. ¿Qué pasaría entonces?
Pues existen precedentes, y no sería la primera vez que la misma furgoneta (carrinha, en portugués) que transporta a la cuadrilla cada día desde alguna localidad lusa hasta la obra se convirtiera en improvisado coche fúnebre, para trasladar al trabajador muerto hasta su país como si el accidente hubiese ocurrido allí.
De este modo, nadie se haría responsable de la muerte de este operario, ni en España, ni en Portugal y su puesto sería suplido al instante por otro de los miles de obreros transfronterizos lusos que trabajan en la misma situación de competencia desleal y precariedad.
Y por increíble que parezca, resulta que este tipo de trabajo ilegal se está haciendo incluso con obra pública, con el dinero de todos. No en vano ya hace un par de años que La Voz de Galicia desveló que casi la mitad de los trabajadores que construyen el AVE gallego son portugueses.
Y aunque no dispongo de pruebas, me consta que esto mismo se está haciendo ahora con la megaconstrucción del auditorio de Vigo, auspiciada por Abel Caballero, alcalde de la ciudad y ex-ministro de obras públicas para más inri. Una obra "electoralista", pues se está construyendo a marchas forzadas para que el alcalde de Vigo pueda inaugurarla a tiempo, esto es: poco antes de las próximas elecciones municipales.
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