Hará unos cien años que Henry Ford formuló esta queja de "¿Por qué cada vez que pido un par de manos vienen con un cerebro incluido?".
Un desprecio y desinterés por la inteligencia de los trabajadores que, por desgracia, todavía perdura en el seno de la mayoría de las empresas del siglo XXI.
“Te pago para que produzcas, y no para que pienses”, es lo que muchos empresarios siguen teniendo en su mente. Es el viejo enfoque del ordeno-y-mando (command and control), donde la alta dirección decide y los trabajadores se limitan a ejecutar las órdenes.
Y digo yo: ¡Pero que manera de malgastar el dinero! ¡Cuánto despilfarro de conocimiento! Si precisamente son los trabajadores que están en primera línea –los más cercanos al producto y/o al cliente– quienes mejor conocen los problemas de la empresa (los altos directivos no suelen estar cerca de las trincheras para conocer bien los problemas). Ignorar las aportaciones e ideas de los trabajadores de primera línea es, hablando en plata, un desatino.
Así que ya sabes empresario del siglo XXI, si en verdad quieres desarrollar mejores productos y servicios, no lo dudes, escucha a todos tus empleados (independientemente de su rol en la empresa), dales responsabilidad, fomenta su iniciativa, crea un entorno de trabajo colaborativo (en donde la información fluya en múltiples direcciones y no en una cascada lineal de arriba abajo) y facilita la implementación de sus ideas.
Aquí filmé al gurú Xavier Sala i Martín cuando sentencia que la clave de la productividad, de la innovación, está en los trabajadores
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