Las respuestas no importan.
Se que suena a herejía, pero el hecho es que las respuestas no valen para nada si no sabes dar con las preguntas apropiadas. Nunca resolverás el problema con las preguntas equivocadas.
Lo que en verdad importa es descubrir las preguntas correctas. Averigua primero lo que está mal... y ya podrás luego aplicar la solución adecuada.
Necesitarás hacerte muchas preguntas para dar con la pregunta apropiada. Cuestiónalo todo; una pregunta no planteada es una puerta no abierta.
Finalmente, el momento “¡Eureka!” llegará cuando la pregunta correcta se revele.
Albert Einstein lo dijo con estas palabras:
“Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, yo gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada, porque una vez supiera la pregunta correcta, yo podría resolver el problema en menos de cinco minutos.”
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