Acudimos a los puestos de trabajo como zombies autómatas para trabajar para empresas sin alma que son dueñas de nuestro tiempo.
Nos obligan a malgastar un tercio de nuestras vidas en proyectos en los que no creemos.
Nos dan órdenes y nos supervisan como si fueramos niños irresponsables.
Nos roban nuestra ilusión y convierten nuestro trabajo en un castigo.
Esta deshumanización del trabajo la escenifica el artista Santiago Sierra (conocido por sus obras de denuncia) en su nueva performance "La dictadura del trabajo".
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