Chris Anderson es el padre de la nueva teoría económica de la Larga Cola, según la cual ahora -en la era de Internet- es más rentable vender una larga cola de productos minoritarios (vender menos de más), que vender pocos productos que tengan volúmenes de ventas altos (vender más de menos).
Dice Anderson que Internet ha reducido los costes de accesibilidad, almacenamiento y distribución a casi cero, y que en consecuencia nuestra cultura y economía está cambiando rápidamente desde una sociedad de la escasez con pocos productos de éxito hacia una inmensa e inagotable cola de nichos.
Esto es, estamos pasando de un mercado de masas de la escasez a un mercado de la abundancia y de lo gratuito (no en vano, es gratis acceder a la inagotable abundancia de información que ofrece Google, y sin embargo Google es una de las compañías más rentables del mundo).
A la postre, si hoy quieres sobrevivir en Internet, más te vale incorporar a tu negocio el concepto "gratis", porque la web es una economía basada en productos y servicios de libre acceso, por mal que le pese a nuestra ministra Sinde (por cierto, si no pagamos por ver la mayor parte del cine español, no es porque nos lo descarguemos por la red, sino porque entre otras cosas ya lo echan gratis por televisión española).
La economía de lo gratuito, el freeconomics, puede generar riqueza y dar mucho dinero. Por ejemplo, lo gratis ya da dinero vía publicidad si se consigue audiencia (televidentes, lectores, visitas,...). Más aún, la oferta gratuita puede servir de lanzadera para cobrar por un servicio de mayor calidad: el freemium que consiste en dar una versión gratis sin coste y otra de nivel superior de pago (90% free y 10% premium).
Gratis ya es hoy el móvil que adquirimos para hablar por teléfono, aunque luego paguemos una pasta por el servicio de telefonía (a precio de timo en España). Y pronto serán gratis los ordenadores. De hecho en Japón ya puedes llevarte gratis el netbook si contratas con ciertas compañías una tarifa de banda ancha móvil.
Con todo, que lo gratis esté en auge se debe en buena medida a que cada vez damos más valor al tiempo, y no tanto al dinero. En efecto, hoy en día nuestro tiempo es cada vez más escaso, vivimos a un ritmo infernal. Y por eso es que en la nueva economía de la abundancia y de lo gratuito, el tiempo cobra más importancia y se convierte en algo parecido al dinero, en una especie de moneda virtual en alza. En suma, el tiempo es oro, y más aún en la nueva economía de lo gratis.
De esto habla Michael Goldhaber, cuando en su teoría de la economía de la atención nos dice que el tiempo es escaso y la abundancia de oferta es cada vez mayor, de manera que la atención se convierte en un bien preciado, por lo escaso y, sobre todo, por lo decreciente.
En el siguiente vídeo vemos lo mucho que han cambiado los tiempos, y cómo pasamos de un mercado de la escasez a un mercado de la abundancia en donde el tiempo es cada vez más escaso. Este vídeo también pone sobre el tapete la teoría conocida como "La Paradoja de la Elección" de Barry Schwartz, según la cual este nuevo escenario de abundancia aturde al consumidor con saturación de opciones y un bloqueo en su decisión de compra; es decir, que segun Schwartz tener demasiadas opciones es contraproducente, que "más es menos".
Personalmente no comparto la teoría de "la paradoja de la elección" de Schwartz. Considero que la elección implica libertad (libertad de elección, libertad para adquirir conocimientos), e Internet lo que proporciona es un océano de elecciones, de tal manera que, como dice Chris Anderson, si sientes curiosidad, sabrás cómo acceder a la información y transformarla en conocimiento. Al fin y al cabo, si tienes inquietud aprendes a elegir, post-filtrando la abundante información de la red hasta conseguir acceder a la información que uno busca.
La cuestión es que, como muy bien explica este vídeo que acabamos de ver, el consumidor está cambiando y dejando de ser un sujeto pasivo que sólo se sienta delante de la televisión tragándose la publicidad y los mensajes que los medios le transmite de forma unidireccional, para ahora ser más activo y participativo, pues está en Internet y puede hablar, comprar, informarse e incluso participar activamente en la creación de contenidos (prosumer).
La gente joven (nativos digitales) está hecha de un modo natural a esta nueva dinamica consumidora; sin embargo la gente mayor como Schwartz (inmigrante digital) está habituada a la economía de la escasez, y para él la ingente abundancia de la era actual supone un shock, un cambio disruptivo radical en la concepción de la estructura del mercado.
¿Qué opináis vosotros? ¿Sois Andersonistas o más bien Schwartzistas?
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