La mentalidad empresarial convencional de "compra por un euro, y véndelo por dos" (la venta directa para obtener un beneficio económico con ello) es fria y simplista, y en el complejo mundo de las redes sociales simplemente no funciona.
Y es que en Internet no funciona (no es creíble) el clásico concepto de teletienda basado en tratar de persuadir al cliente para que te compre tu producto o servicio: “Compra mi servicio, cómpralo, cómpralo,…”. De hecho es contraproducente. En la red, si tratas de presionar y convencer al usuario, a buen seguro que pasará de ti como de la mierda.
La fórmula de Marketing y Ventas del siglo XXI es bien distinta a la de antaño. Hoy tienes que atraer al cliente interactuando con él. Tienes que generarle experiencias, implicarle en el desarrollo de tus productos y servicios, e incluso dejarle que modele el servicio a sus necesidades. A la postre tienes que darle al cliente servicios que le sean útiles y convenientes. Servicios más pensados para la pregunta "¿lo querrá?", que para el prosaico "¿dará dinero?".
Por lo tanto la estrategia ha de estar más enfocada a cosechar fans que simplemente clientes y ventas. Fans (amigos) que puede que no me compren mis servicios hoy, pero que si hay buen rollo acabarán una de dos, o bien comprándolos más adelante o bien recomendándolos a otros usuarios.
Se trata, pues, de construir una audiencia en torno a tu marca, de mantener con el cliente una relación sostenible a largo plazo. O como dice Joan Jiménez: “Hoy la compañía tiene que aprender a hacer el amor con el cliente, y no follarlo como hizo hasta ahora”.
Y es que en Internet no funciona (no es creíble) el clásico concepto de teletienda basado en tratar de persuadir al cliente para que te compre tu producto o servicio: “Compra mi servicio, cómpralo, cómpralo,…”. De hecho es contraproducente. En la red, si tratas de presionar y convencer al usuario, a buen seguro que pasará de ti como de la mierda.
La fórmula de Marketing y Ventas del siglo XXI es bien distinta a la de antaño. Hoy tienes que atraer al cliente interactuando con él. Tienes que generarle experiencias, implicarle en el desarrollo de tus productos y servicios, e incluso dejarle que modele el servicio a sus necesidades. A la postre tienes que darle al cliente servicios que le sean útiles y convenientes. Servicios más pensados para la pregunta "¿lo querrá?", que para el prosaico "¿dará dinero?".
Por lo tanto la estrategia ha de estar más enfocada a cosechar fans que simplemente clientes y ventas. Fans (amigos) que puede que no me compren mis servicios hoy, pero que si hay buen rollo acabarán una de dos, o bien comprándolos más adelante o bien recomendándolos a otros usuarios.
Se trata, pues, de construir una audiencia en torno a tu marca, de mantener con el cliente una relación sostenible a largo plazo. O como dice Joan Jiménez: “Hoy la compañía tiene que aprender a hacer el amor con el cliente, y no follarlo como hizo hasta ahora”.
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