Un reciente estudio realizado por la consultora Towers Perrin ha revelado que el 80% de los españoles no está comprometido con su empresa. Dicho de otra forma, que ocho de cada diez profesionales de nuestro país no da lo mejor de sí mismo en su entorno laboral.
Nuestras empresas están llenas de empleados desmotivados, ausentes. Es lo que se conoce como absentismo emocional.
Hay absentismo emocional cuando el empleado está en su puesto de trabajo, pero sólo "está de cuerpo presente", mientras su mente está ausente porque poco o nada le importa su trabajo.
Hay absentismo emocional cuando el empleado está en su puesto de trabajo, pero sólo "está de cuerpo presente", mientras su mente está ausente porque poco o nada le importa su trabajo.
El absentismo emocional es un despilfarro escandaloso de capacidad humana. Un coste bestial en términos de productividad, que es el gran mal de la economía española.
Y yo sólo veo una forma de combatir esta enfermedad, y es por medio de lo que algunos llaman Management Participativo o Democracia Corporativa. Un nuevo modelo de gestión del trabajo basado en la empoderación, esto es, en ceder el poder al empleado, con confianza, para que sea el mismo quien, con responsabilidad, autogestione sus tareas de un modo eficiente.
Porque sólo dándole libertad al empleado se puede alentar su compromiso, impulsar su iniciativa y estimular su pasión; dones que no se pueden exigir con órdenes, ni tampoco comprar con dinero. Si eres jefe, no conseguirás estos dones exhortando a la gente para que trabaje más u ordenándoles que quieran a sus clientes y maten a sus competidores.
Como muy bien dice Gary Hamel en su obra El futuro del Management: "Conseguir lo mejor de cada persona no significa controlarles más, y casi siempre significa dirigirles menos. Implica dar menos órdenes, preocuparse menos por el alineamiento e invertir menos tiempo supervisando a los demás".
Absentismo emocional perfectamente reflejado en la película Trabajo Basura (Office Space)
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