No me gusta nada este deshumanizante sistema de trabajo industrial chino que "robotiza" a las personas al hacerlas trabajar como máquinas.
Un impositivo modelo de gestión del trabajo que sigue rigiéndose por las retrógradas reglas de la jerarquía, la disciplina, la puntualidad, el orden, el control y la supervisión estrecha del trabajador.
No tengo nada personal en contra de los chinos, pero sí lo tengo contra este deshumanizado sistema de trabajo rutinario y monótono que tanto contribuye a crear la idea de que el trabajo es un castigo.
Espero y deseo que, más pronto que tarde, desaparezca del mapa este arcaico modelo de trabajo low cost-low work de China. De hecho, estoy convencido que acabará fracasando durante este siglo XXI.
Y es que nos encaminamos hacia una economía creativa, en la que la creación de valor ya no vendrá tanto por lo duro que trabajen los empleados en tareas mecánicas, sino por su creatividad e iniciativa a la hora de innovar y solucionar los problemas que vayan surgiendo.
En las próximas décadas, en un entorno cambiante y de alta movilidad tecnológica (disruptivo), las empresas o negocios exitosos serán aquellas que más experimenten, innoven e impulsen la creatividad de sus trabajadores. Y francamente, poca creatividad puedes obtener si se trabaja para una empresa poco humana que reprime la libertad de sus empleados, ahoga su entusiasmo y frena su iniciativa.
Como muy bien dice Gary Hamel: "Conseguir lo mejor de cada persona no significa controlarles más, y casi siempre significa dirigirles menos. Implica dar menos órdenes, preocuparse menos por el alineamiento e invertir menos tiempo supervisando a los demás" .
Un impositivo modelo de gestión del trabajo que sigue rigiéndose por las retrógradas reglas de la jerarquía, la disciplina, la puntualidad, el orden, el control y la supervisión estrecha del trabajador.
No tengo nada personal en contra de los chinos, pero sí lo tengo contra este deshumanizado sistema de trabajo rutinario y monótono que tanto contribuye a crear la idea de que el trabajo es un castigo.
Espero y deseo que, más pronto que tarde, desaparezca del mapa este arcaico modelo de trabajo low cost-low work de China. De hecho, estoy convencido que acabará fracasando durante este siglo XXI.
Y es que nos encaminamos hacia una economía creativa, en la que la creación de valor ya no vendrá tanto por lo duro que trabajen los empleados en tareas mecánicas, sino por su creatividad e iniciativa a la hora de innovar y solucionar los problemas que vayan surgiendo.
En las próximas décadas, en un entorno cambiante y de alta movilidad tecnológica (disruptivo), las empresas o negocios exitosos serán aquellas que más experimenten, innoven e impulsen la creatividad de sus trabajadores. Y francamente, poca creatividad puedes obtener si se trabaja para una empresa poco humana que reprime la libertad de sus empleados, ahoga su entusiasmo y frena su iniciativa.
Como muy bien dice Gary Hamel: "Conseguir lo mejor de cada persona no significa controlarles más, y casi siempre significa dirigirles menos. Implica dar menos órdenes, preocuparse menos por el alineamiento e invertir menos tiempo supervisando a los demás" .
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