29 junio 2010

La cultura del presencialismo es tercermundista

A comienzos del pasado mes de febrero, la costa este de los Estados Unidos se vio azotada por la mayor tormenta de nieve en 75 años (la llamaron Snowpocalypse). Y sin embargo, esta zona del país no quedó paralizada como cabría esperar. A pesar de la tremenda nevada, la gente pudo producir a un ritmo aceptable gracias al teletrabajo. Algo impensable hace tan sólo diez años.

Por su parte, aquí en España, aunque ya ayer se había avisado de que hoy habría huelga total del metro de Madrid (sin siquiera servicios mínimos), lo cierto es que esta mañana decenas de miles de madrileños han vivido un autentico calvario para, tras varias horas de odisea, llegar a su puesto de trabajo (si es que han conseguido llegar).

No me cabe en la cabeza la falta de previsión de las empresas madrileñas ante esta huelga salvaje del metro de la capital. Y estoy convencido que hoy la productividad de Madrid ha estado bastante por debajo de lo habitual (y el estrés muy por encima). Por no hablar del considerable desperdicio de dinero, tiempo y medioambiente generado por el caos de transporte vivido hoy en Madrid.


¿No queremos ser productivos al nivel de las economías más avanzadas? Pues entonces más nos vale cambiar de chip y actualizarnos al siglo XXI, porque poco o nada productivos vamos a ser de seguir anclados en la cultura del presencialismo laboral –propia de la era industrial– basada en medir el trabajo del empleado por su presencia física, más que por su actividad productiva.

Estar más en la oficina no significa trabajar más. Para muestra un botón: España está a la cabeza en la cantidad de horas dedicadas en el lugar de trabajo, pero a la cola de la productividad. El "estar" no necesariamente significa "producir".

No obstante aquí seguimos considerando que estar muchas horas en "el lugar de trabajo" es señal de buen trabajador. Todavía damos más importancia a la disponibilidad que al desempeño. Aquí, más que ser reconocidos por tus logros, serás premiado por el tiempo que pases sentado en el escritorio de la oficina.

Y sin embargo la productividad de las empresas depende cada vez menos de la presencia física de los empleados en un centro de trabajo determinado, y cada vez más de su capacidad de generar resultados (no en vano un reciente estudio muestra que teletrabajar permite ser hasta 2 días por semana más productivo). Y es que el trabajo no es un lugar adonde uno va; es algo que uno hace.

Espabilemos ya, librémonos de la dichosa picaresca española, y hagámonos cuanto antes a la idea de que la clave para ser productivos en el siglo XXI pasa por trabajar a resultado y cobrar a resultado, y no por acudir puntualmente todos los días a un centro de trabajo.

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