07 diciembre 2011

Examinar al jefe

En las empresas, es el trabajador de primera línea quien suele estar en contacto directo con el producto y/o el cliente, y por lo tanto quien mejor conoce los problemas de base (el alto directivo no suele estar cerca de las trincheras para conocer bien estos problemas).

En consecuencia, es el trabajador de primera línea quien, con las herramientas y formación adecuadas, más debería contribuir con sus ideas para encontrar soluciones sobre mejoras del producto, resolver incidencias técnicas y co-decidir sobre cuestiones importantes y críticas. Escucha la opinión de tus trabajadores, dales voz y voto, y ahorrarás costes y tiempo, mejorando la calidad del producto. Ignora sus aportaciones e ideas, y estarás despilfarrando el recurso más valioso de tu empresa.

Por lo tanto, un buen jefe es aquel que se responsabiliza del buen hacer de sus trabajadores y de su bienestar. Es decir, buen jefe es quien sabe facilitar y resolver el desarrollo profesional del trabajador para que sea él mismo quien descubra la mejor manera de hacer su trabajo. 

En otras palabras, el buen jefe es un facilitador que sabe guiar y motivar, más que un supervisor que ordena y controla (la disciplina y la supervisión son superfluas en un entorno en el que las personas son responsables y dueñas de su agenda de trabajo). Ya lo dijo Dee Hock, fundador y ex CEO de Visa, "si no entiendes que trabajas para tus mal llamados 'subordinados', no conoces nada del liderazgo; sólo conoces la tiranía".

Así pues, a los jefes deberíamos valorarlos principalmente por su capacidad de ayudar a los empleados a hacer mejor su trabajo en la zona de valor de la empresa. 

Y digo yo, quien mejor sino el propio empleado para evaluar a los jefes. En efecto, sobre este particular me atrevería a decir que habría que invertir la pirámide jerárquica tradicional. Es decir, deberían ser los empleados quienes califiquen y evalúen el trabajo de sus jefes, y no al revés (elogiarles cuando lo hagan bien, pero hacerles saber cuándo lo hacen mal y las cosas que podrían mejorar). Debería ser la dirección quien tuviese que rendir cuentas antes los empleados, y no al revés. 

Vamos, que deberían ser nuestros jefes quienes, en todo caso, tendrían que hacernos la pelota. ¿Votos a favor?

 Tengo algunas quejas sobre cómo está usted haciendo su trabajo como mi jefe

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Una opinión:

Pensaba que al menos en teoría , esto estaba superado y, si no es así, “tonto el último”.
El trabajador de primera línea debería ser el que transmite de dentro hacia fuera absolutamente todo de su empresa incluida “el alma” de ésta, la representa, y para bien o para mal, la refleja. Deben ser bien formados, muy bien valorados y además mimados ; en realidad, son el principal cliente de la empresa. De todos es sabido la necesidad que a menudo estos trabajadores de primera línea tienen de suplir las carencias de un producto o lo inadecuado de un servicio de su empresa ante un cliente. De la capacidad que tenga para ello va a depender que la empresa pueda seguir contando todavía con la posibilidad de mantener al cliente y la oportunidad de re-adaptar rectificar o mejorar algo de lo que produce o vende.
Estos trabajadores, deberían ser; son, los ojos, los oídos y, en definitiva los que perciben, asimilan e interpretan la información que recogen de sus clientes y del comportamiento del producto o servicio en el mercado , para que esto se traduzca en mejora continua , adecuación o adelanto a una demanda y, es imprescindible, el correcto flujo de comunicación en forma y tiempo con ellos; los “otros departamentos , áreas y personas ”, están para servirle.

En cuanto a que si deberían ser evaluados los jefes, …A menudo desde las empresas se demanda formación desde la dirección y, no es la primera vez que uno se encuentra con una tarea harto difícil, cuando se diagnostica que el principal foco con necesidad de cambio, ¡ y generalmente, profundo, debe producirse precisamente entre los directivos! ¿Y ahora qué? Una vez más, el formador; “trabajador de primera línea”, se encuentra con una dificultad: ¿cómo no perder la empresa-cliente que nos contrata a la vez que se le explica que el problema está en los directivos o/y la dirección?

Chema dijo...

El problema es cultural, el dueño todo lo sabe y lo demás somos basura.

Si hubiera un mínimo de decencia en las empresas debería haber controles de calidad y sesiones de coaching para jefes y empleados, pero constructivas, no de control.

Lo malo es que nuestros jefes no entienden de qué les hablamos cuando les explicamos nuestro trabajo: formación y curiosidad, señores.

 
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