Pero como no voy a serlo, si alguien tan torpe como yo puede hoy, gracias a Internet, crear su propio blog y publicar sus artículos de opinión, vídeos, fotos, archivos de audio, etc., y compartirlos con cualquiera en las redes sociales (blogosfera, comunidades, foros, wikis, podcasts,...).
Ahora ya no me limito a recabar información de la red, también soy capaz de crearla y procesarla para generar mi propio contenido. He dejado de ser un sujeto pasivo que sólo consume lo que me ofrecen, y ahora participo activamente en la creación de contenidos. Soy lo que hoy llaman un prosumidor, es decir: consumidor de información y a la vez productor de conocimiento. ¡Toma ya!
Como prosumidor dispongo de cierto poder. Por ejemplo, mi elección de compra ya no es tanto por la publicidad, sino más bien por las recomendaciones de otros prosumidores. Si los demás usuarios de internet (con quienes comparto intereses) dicen que un coche es muy bueno, tiene para mi mucha más credibilidad que si me lo dice un anuncio de la propia compañía.
Si señor, es un gran avance que los mass media tradicionales (TV, radio, prensa,...) hayan dejado de tener el poder omnipresente de decidir por nosotros lo que es conveniente ver, oír, leer y comprar. Definitivamente, la Web 2.0 democratiza la conexión entre oferta y demanda.
Si, no me cabe la menor duda que estamos viviendo una revolución que está cambiando las reglas del juego. Y si, lo admito: soy un utópico digital.
Sobre esta revolución digital, dejo aquí este ilustrativo reportaje del programa Informe Semanal de RTVE difundido este sábado pasado. (Tras mucho pelearmelo, al final conseguí embedar este vídeo).
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